Tan sólo suspiros


Agudos, titubeantes, ansiosos, intensos...enamorados

Desde mi tibia playa interior, evoco mis más sentidos suspiros a la brisa de terciopelo que me envuelve y desordena mi rizada cabellera.

De entre la arena humedecida por los oleajes que besan mis pies sin ropaje , voy sacando conchuelas del nácar más relumbrante, para que juntas me permitan oír, los susurros de la infinidad.

Una infinidad que me traslada al paraíso de mis anhelos, en donde se conjugan con mis risas y mis lágrimas envueltas en sal. Esa sal que nutre mi sangre con el yodo que vigoriza mi cuerpo.

A través del canto de las aves costeras, se traslada como sinfonía mi memoria en donde te encuentras, para lograr que me sientas, y que percibas todos los suspiros.

La cordillera lejana , no me deja ver tu horizonte de vientos acuosos, en el que la nieve recubre tus cumbres y enfría tus recuerdos.

Mas no me importa , porque te tengo prendido a mi corazón , como un trisquel celta, que me otorga el equilibrio entre mi mente, mi espíritu y mi cuerpo ; el principio y el fin de mi naturaleza oceánica.

Clamo entre cánticos volver a verte. Clamo entre relojes más de tu tiempo para tenerte.

Imploro a Poseidón y a las ninfas que provoquen tu travesía indómita por mis mares calmos...quédate.

Una bandada de suspiros arremolinados, se escapan de mi pecho transformados en gaviotas como la espuma del mar, para llevarte todo mi ser en ellos y la marea se agita con sus aleteos, anunciando el arco iris celestial que se engendra de ella.

Y así continúo, en la densa espera de tu presencia, con mi alma enmarañada en amor, añorando entrar en la aldea de tu vida.

No me mandes mensajes en las voces del viento.
No tires al mar cristales con misivas añejas.

Deja que en los picos de las olas se acomoden las palabras que nacieron mudas de mi boca y así al esparcirse en tu puerto, adquieran sonidos y te hablen y te entreguen los manuscritos que delaten cada suspiro que he guardado con ambicioso silencio.

Y seguiré invocando mis artilugios como un ritual sagrado.
Y seguiré exhalando mi último oxígeno, hasta que tu faro ilumine el océano, para reencontrarte con mis tibias orillas.

Agualuna

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