Sublime ascensión


“Reencontrarme con mi yo; un lujo divino.”

Espero paciente el momento...

Descalza, retomo los pasos de mi vida y dejo que mi alma vuele por senderos, descubriendo el infinito, como un corcel que busca su hierba en los retoños de la tierra.

Preparo mi propia posada, en donde abriré las compuertas de aguas como el cristal, emulando un rito de caricias para abrazarme a ellas.

Y todo lo he dispuesto ya, entretanto los susurros recorren exaltados por la bóveda de mi refugio, como incitándome al esperado éxodo que me conducirá a mis tan ansiadas, constelaciones ancestrales.

Allá, en donde por tanto tiempo detenido, convergeré en el descubrimiento del génesis de mi esencia.
En donde cada interrogante de mi boca, encontrará cada respuesta perdida.

Me inicio despacio desnudando mi cuerpo, entre velas que arden radiantes, cálidas y vivas, liberando aromas que evocan en mi razón , recuerdos de vidas que existieron en lo inmemorial.

Y los inciensos observan cómplices y perfuman mi piel rociada por la emoción del momento, para que descienda preparada, a las aguas calmas de mi conciencia.

Oh, agua bienaventurada! , que roza como seda cada poro humedecido, entrégame con tu vaivén, la vitalidad alzada a las estrellas.

Como me deleito con la sublimación del humo balsámico de las velas y predispongo mi cuerpo, mi alma y mi espíritu a la consecución de acariciables fines.

Saturo cada puerto de mi cuerpo en las atmósferas excelsas , que crean los inciensos con sus sutiles vibraciones.

Miro hacia la bóveda de inagotables estrellas y percibo como me elevo entre tenues columnas de humos purificados, para conducirme a ese altar sacro.

Pero, los pétalos de mis aguas, se confabulan con las brisas de ámbar, de benjuí, de jazmín y sándalo, para que aun me espere y así adobarme con las caricias del bouquet de Loto y del aceite de Almizcle.

Y ya me marcho, entre suspiros y esos brazos que necesitan mi presencia, con mi deseo adjunto de cambiar mi piel como las sirenas en primavera, porque los confines me llaman.

Esta noche asciendo y arrullo entre aromas los ojos de mi corazón y dejo que la serenidad, esquiva y mágica mujer, toque con sus cabellos, las puertas de mi alma y la conduzca enlazada a la majestuosidad celestial.

Y navego en este lago de fuego adormilada...

Agualuna

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