Esperar...


“Una palabra infinita, que quema toda razón”


Qué difícil es entender la distancia que me hace separar de la persona que remueve mi universo.

¿Cómo decirle a la mente que no concluya errores, que no eleve sus pensamientos al abismo de silencios y de abrazos inalcanzables?

Y al corazón… que no se apriete entre paredes de espinas y se lastime haciéndose sangrar, saturado de estigmas.

Sin embargo, los recuerdos hacen aflorar la paciencia, para esperar viendo pasar las nubes, tal como los árboles, esperan la primavera.

Cada momento, cada instante vivido, embriaga cada sentimiento que al arribar a mi memoria, emergen como volcanes estremeciendo mis huesos, mi carne…mi cuerpo, rociado de esas caricias de fuego y felpa, jamás olvidadas, eternamente codiciadas.

Sé que todo tiene su tiempo, que todo se presenta en el momento más repentino, aunque las ansias carcoman mi locura y la espera de vuelta mil veces su reloj de arena.

Esperar, como si la razón me diera tregua y las horas se burlaran de mi como juegos de niños.

Pero, ¿por qué esperar?
¿Por qué no arrojarme al mar, para que el oleaje, cómplice de mis éxodos al no tenerte, me conduzcan acariciando mi piel salada y elevando mis ganas, hasta exiliarme en tu arena?

Locuras que exhalo al recordar cada risa provocada, cada broma creada, cada beso fecundado…cada deseo no concluido.

Cada espacio recorrido, cada rincón hecho un Edén al empapelarlo con nuestras pieles y abrigarlo con nuestros sudores.

Y en las paredes de mi habitación, aún se siente impregnada tu sonrisa, escapándose de los espacios en donde se empecina en anidar el olvido, para que las raíces de su hiedra enmohecida, enreden mi cuerpo para hacerme aspirar mi última esperanza.

Pero, no! Decididamente he roto cualquier cadena, cualquier cordura, y hago navegar tu presencia en mi memoria, pues estoy decidida; mi espera se ha acabado.

Hoy emigro hacia las corrientes marinas, en donde las caracolas me acompañarán, izando sus velas como carabelas a la mar, porque el frío y el viento de invierno me soplan tu nombre y el eco de tus palabras me dirigen hacia donde tú estás.

Sentada veo el horizonte que la alborada enciende y lentamente se eriza mi piel con las caricias del viento que se han hecho tus brazos , para acurrucarme y sentirte tan cerca mío.

Agualuna

No comments:

Post a Comment

Followers

Pageviews Last 7 Days