“Aún antes de conocerte...presentía que te conocía”
Y descalzo entras como un duende en mi letargo y no te conozco.
Me susurras palabras que cortan el viento sin hacer ruido...¿quién eres?
¿Por qué mis sentidos me dicen que te amo y nunca te he visto?
No importa , no contestes; quédate!
Supe siempre que llegarías a través del cristal de mi ventana...
A través de los visillos en donde la luz del planeta Fuego, se derrama.
¿Qué sendero te trajo a mi vida cuando despedía a mi luna en el alba?
¿Es acaso un sortilegio que la noche descuelga de sus estrellas?
¡Oh, Señor desconocido!, como deseo que no te vayas.
La hiedra de mi cuerpo con sus dedos de seda te atrapa,
para que mi boca derrame los besos sagrados que tatuarán tu cuerpo.
Sabia noche, él ha llegado a mi templo inmaculado, en este justo tiempo sin anunciarse.
¡Tú lo sabías!
Permite entonces que nos amemos arropándome en su cuerpo y que me entregue con sus manos ese torrente de fuego eterno.
¡Como sueño, siento y me estremezco!.
¡Como lloro, río y crezco!
¿Qué talismán o misteriosa fuerza, se ha mimetizado en su cuerpo?
Porque los candelabros alumbran mis fantasías y las leñas encendidas chispean sueños.
Abriste el cofre cautivo de mi pasado, creando un reino de perfectas risas y caricias.
¡No te detengas!, navega con tus diestras manos en mi océano perdido.
Recórreme y extravíate en mis ondulantes y cálidos laberintos.
¿Cómo creer tanta felicidad, si nunca te había visto y ya nos sentimos tan conectados?
Tal vez la magia nocturna se hizo cómplice con el firmamento , para conocerte amor mío y mi hiedra encontrara en ti su alimento.
¡Sortilegio de amor! ¡Sortilegio de amor! Me gritan los vientos que se adhieren a las sábanas refrescando nuestros alientos.
Acóplate a mi piel caballero mío, quédate para siempre, no temas.
Vivamos instantes de luz incomparables de este hechizo de amor firme e inmutable.
Y descalzo entras como un duende en mi letargo. Y no te conozco... y ya te amo.
Agualuna
Y descalzo entras como un duende en mi letargo y no te conozco.
Me susurras palabras que cortan el viento sin hacer ruido...¿quién eres?
¿Por qué mis sentidos me dicen que te amo y nunca te he visto?
No importa , no contestes; quédate!
Supe siempre que llegarías a través del cristal de mi ventana...
A través de los visillos en donde la luz del planeta Fuego, se derrama.
¿Qué sendero te trajo a mi vida cuando despedía a mi luna en el alba?
¿Es acaso un sortilegio que la noche descuelga de sus estrellas?
¡Oh, Señor desconocido!, como deseo que no te vayas.
La hiedra de mi cuerpo con sus dedos de seda te atrapa,
para que mi boca derrame los besos sagrados que tatuarán tu cuerpo.
Sabia noche, él ha llegado a mi templo inmaculado, en este justo tiempo sin anunciarse.
¡Tú lo sabías!
Permite entonces que nos amemos arropándome en su cuerpo y que me entregue con sus manos ese torrente de fuego eterno.
¡Como sueño, siento y me estremezco!.
¡Como lloro, río y crezco!
¿Qué talismán o misteriosa fuerza, se ha mimetizado en su cuerpo?
Porque los candelabros alumbran mis fantasías y las leñas encendidas chispean sueños.
Abriste el cofre cautivo de mi pasado, creando un reino de perfectas risas y caricias.
¡No te detengas!, navega con tus diestras manos en mi océano perdido.
Recórreme y extravíate en mis ondulantes y cálidos laberintos.
¿Cómo creer tanta felicidad, si nunca te había visto y ya nos sentimos tan conectados?
Tal vez la magia nocturna se hizo cómplice con el firmamento , para conocerte amor mío y mi hiedra encontrara en ti su alimento.
¡Sortilegio de amor! ¡Sortilegio de amor! Me gritan los vientos que se adhieren a las sábanas refrescando nuestros alientos.
Acóplate a mi piel caballero mío, quédate para siempre, no temas.
Vivamos instantes de luz incomparables de este hechizo de amor firme e inmutable.
Y descalzo entras como un duende en mi letargo. Y no te conozco... y ya te amo.
Agualuna
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