La vida espiritual y emocional,
tiene dos fuerzas que la motivan,
el deseo y el amor, difíciles de darse,
en una sola relación sentimental.
El sentimiento del amor sin deseo,
se exterioriza como el querer,
el manifestar deseo sin amar,
es sólo apetito y pasión.
Cuando logramos combinar,
ambas fuerzas del espíritu,
y lograr una sola amalgama,
estamos en el pináculo del amor.
La necesaria cuota de excitación,
sumada al mágico sentimiento,
da como resultado el amor
y vuelve perfecta a la relación.
Hermoso resulta poder lograr,
con la persona a la que amamos,
la plenitud de cuerpo y alma
y saciar la necesidad de amar.
Llega la plenitud cuando podamos,
desear a la persona que amamos,
y podamos amar
a la persona que deseamos.
De...Víctor Hugo Barreneche
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